lunes, 22 de noviembre de 2010

Guardiola y la Teoría del Caos


Una mariposa bate sus alas en la selva brasileña y ese ligero movimiento genera modificaciones consecutivas e inesperadas hasta que un tornado se abate miles de kilómetros más allá, en el desierto tejano. Un pequeño cambio en las condiciones originales genera un resultado inimaginable. Esto es el efecto mariposa, la consecuencia más conocida de la Teoría del Caos, bastante simple de comprender: variaciones muy leves en las condiciones iníciales pueden generar diferencias muy profundas en el desenlace.

Aunque no nos consta que en la biblioteca de Pep Guardiola figure el volumen Caos en sistemas dinámicos, de Edward Ott, da la sensación de que lo ha leído y comprendido, pues en cada nuevo partido nos deja pequeños movimientos que buscan generar grandes efectos. Heredó un modelo de juego que se dibujaba como un 4-3-3 y a día de hoy ha conseguido preservar el modelo y su espíritu (presión, posesión, combinación, ir a por los partidos) pero revolucionar los dibujos hasta el punto que ya se cruzan apuestas sobre los nuevos inventos. Introduce en cada partido pequeñas variaciones sobre la misma música, modificaciones que parecen ligeras y leves pero que muchos minutos más tarde, como el aleteo de la mariposa del ejemplo, provocan efectos inesperados. Más aún: las evoluciones se multiplican dentro del partido para enloquecimiento de los locutores, que asisten enfebrecidos a un carrusel de modificaciones tácticas que se suceden sin solución de continuidad.

¿Locura táctica? No, locura sería quedarse quieto cuando los rivales ya conocen tu 4-3-3. Guardiola está generando evoluciones a ritmo frenético como reconoció Mourinho cuando calificó de «update» al Barça. Muchos planes diferentes que a su vez evolucionan en otros muchos durante el mismo partido, pero todos ellos con la misma filosofía. Así, en cada encuentro vemos aplicaciones distintas del mismo dibujo buscando que un pequeño batir de alas en un espacio del césped desate un tsunami en el otro extremo. La mariposa es Messi, que revolotea aleatoriamente en libertad mientras sus compañeros se desordenan ordenadamente y provocan el marasmo del contrario. Es la Teoría del Caos (nombre peligroso para una teoría decisiva en la vida moderna) aplicada al fútbol.

El Periódico.com

Vencer y convencer: Por Martí Perarnau:

El ruido es la nueva unidad de medida del fútbol. Por eso cada día se grita más alto, con la esperanza de que elevando la voz se llegue más lejos. Esperanza vana, pues hay tanta hojarasca y tal frenesí que ya nadie se hace oír por encima de nadie, ni siquiera escribiendo a gritos.
Dijo cierto día Juanma Lillo que la guarnición se había comido el solomillo y que cada vez era más importante el tramo de lunes a viernes que los propios partidos. Así es. Parece más trascendente lo que se dice y escribe de fútbol que el fútbol en sí. Como ya imaginan por qué y por quién digo todo esto, no abundaré.
Posiblemente, yo sea quien esté equivocado pero siempre he creído que en el deporte no se trata solamente de vencer, sino también de convencer. Por supuesto, si no vences no convences. Pero mucha gente vence y no convence, sea por los métodos que emplea, los atajos que recorre, el estilo que utiliza o por la forma con que acoge sus victorias.
Hay quien llama romanticismo a esta actitud. No creo que lo sea; si acaso, un cierto espíritu naïf que pretende preservar un modelo de hacer las cosas que nos enseñaron los verdaderos sabios que nos precedieron. De hecho, no debo ser el único que piensa de esta forma: en casi todas partes se explica que el deporte es una escuela para la vida porque compites, te esfuerzas, luchas sin bajar los brazos y aceptas con sobriedad los triunfos y con serenidad las derrotas.
Gente poco arraigada está levantando mucho ruido en nuestro fútbol y con tanto griterío quieren reclamar la razón. Pero no la tienen. El silencio parece no tener fuerza, pero es el caldo de cultivo imprescindible para que los futbolistas mejoren, los equipos se conjunten, los errores se corrijan y las promesas crezcan. El silencio puede ser, en realidad, un arma más ensordecedora que el ruido sin fundamento. El silencio es más poderoso que las palabras vacías, los gestos bravucones y las chulerías de vuelo bajo aunque a simple vista uno tenga la sensación contraria.
Quien quiere vencer y convencer no necesita lanzar aspavientos ni fuegos artificiales: le basta con trabajar y aplicar sus planes. En alguna ocasión tropezará, pero a medio plazo conseguirá sus objetivos. En cambio, quien alardea de todo es posible que termine desnudo: vencerá algunas veces, pero no convencerá jamás. Cada club, cada entrenador, cada grupo de jugadores y también cada afición y la prensa de esa ciudad deben elegir su modelo de actuación. Pueden optar por el griterío y la cháchara, el pavoneo y la conspiración perpetua; pero también pueden hacerlo por la discreción y el trabajo silencioso que caracteriza al deportista clásico. En ninguna parte está escrito que las victorias y el reconocimiento general se alcanzan a base de gritos.