jueves, 12 de agosto de 2010

20 Pautas Para Ser Un Entrenador Creible Y Confiable

1. PROXIMIDAD: CERCANIA FÍSICA
2. IR DE FRENTE Y FUNDAMENTAR.
3. SER CREATIVO: DECIR COSAS DIFERENTES
4. SER COHERENTE EN LA CONDUCCIÓN DEL GRUPO: JUSTO
5. REFORZAR LO POSITIVO: NO REMARCAR LO NEGATIVO
6. ESTAR ATENTO A LOS MÁS MÍNIMOS DETALLES
7. HACER USO DEL LENGUAJE CORPORAL, EJEMPLO DAR PALMADAS
8. NUNCA SER AGRESIVO U HOSTIL.
9. INSTAURAR EL RESPETO VÍA EL SALUDO COTIDIANO
10. DARLE VALOR AL IDA Y VUELTA DEL MENSAJE.
11. MIRAR A LOS OJOS AL HABLAR Y EXIGIR LA MISMA CONDUCTA.
12. PLANTEAR METAS COMUNES CON EL GRUPO.
13. SUBRAYAR EL DESEMPEÑO Y NO EL RESULTADO
14. HABLAR DE ALGUIEN SÓLO SI ESTÁ PRESENTE
15. REFORZAR MÁS CONTINUAMENTE AL JUGADOR QUE ESTÁ MODIFICANDO CON MUCHO ESFUERZO, UN GESTO DEPORTIVO.
16. TOMAR CONCIENCIA DE QUE EL TONO DE VOZ Y LOS GESTOS REALIZADOS, MUCHAS VECES LLEGAN MÁS QUE LAS PALABRAS: SABER ELEGIR EL CANAL CORRECTO.
17. NO ABUSAR DE LAS TÉCNICAS DE PREMIOS Y CASTIGOS.
18. SABER ESCUCHAR Y CONOCER BIEN QUÉ AGRADA Y QUÉ DESAGRADA A CADA JUGADOR.
19. APARTE DE SABER MUCHO Y QUERER SEGUIR CRECIENDO, HAY QUE SABER TRANSMITIR Y LLEGAR AL JUGADOR.
20. NO SIRVE DECIR MUCHAS COSAS JUNTAS: SEPA USAR, VALORAR Y ENTENDER LOS SILENCIOS.

LAS PRESIONES DEL DT DE FUTBOL

Ser entrenador de un equipo de fútbol de alto rendimiento es una tarea apasionante, compleja, estresante y también a veces, enigmática.
Quien elige esta profesión se expone a muchas alternativas oscilantes entre la angustia desesperante y la explosión repentina en forma de descarga catártica positiva.

Podemos afirmar que el equilibrio emocional debe ser una de las virtudes principales de un entrenador. Los entrenadores más exitosos muestran algunos denominadores comunes.Justamente equilibrio emocional, buena comunicación, liderazgo natural, paternalismo con límites en referencia a sus jugadores, capacidad para motivar y obviamente capacidad técnico-táctica son sin dudas ingredientes indispensables para tener éxito.

Otra cualidad necesaria que debe poseer un Entrenador es su predisposición para trabajar en equipo. Esto implica la conciencia de la importancia del trabajo multidisciplinario y paralelamente la virtud de saber comandarlo en forma de coaching, es decir, dándoles espacios a todos para que todos los colaboradores se sientan "accionistas" del producto final.

Hay entrenadores que sin maldad conciente, se tornan demasiado expansivos en su YO inconciente y opacan las tareas de los colaboradores. Esto tarde o temprano se vuelve en su contra, ya que también inconscientemente los demás "devuelven" esta especie de injusticia operativa de diversas maneras, también inconscientes.

Además de la Planificación, son recomendables las reuniones semanales multidisciplinarias en donde el DT lidera los temas a abordar y en donde todos sin excepción participan (todos aquellos que tienen contacto con los jugadores, desde el DT al utilero).El objetivo es hablar del rendimiento, de planificar y, de corregir, y de actualizar todo lo concerniente al equipo.

Se anticipa el tiempo de exposición de cada integrante y se registra todo. A mediano y largo plazo automatizar este funcionamiento prepara y facilita la preparación para desafíos cada vez más complejos y apasionantes.

Más allá de estas alternativas de trabajo, el DT no escapa a las presiones. Desde la dirigencia, el publico, la hinchada, los propios jugadores, los demás DT, la familia y la auto presión. Sin descartar el apoyo psicológico individual y reservado, el DT también puede compartir las presiones con el psicólogo del equipo si es que cuenta con uno en su C. técnico obviamente. El simple hecho de compartir la presión en cierta forma la disminuye. Se exorciza el miedo y se lo lastima. El DT debe saber que en la mayoría de los momentos piense, siente, y se desarrolla en forma solitaria, aunque tenga un excelente grupo de colaboradores. Esta soledad sin embargo, tiene sus costos y sus beneficios, ya que la toma de decisiones se concentra siempre del DT aunque otros hayan participado de las mismas. De este modo nadie sufrirá como él, pero nadie disfrutará como él.

En definitiva y para culminar estas breves reflexiones podemos decir que las presiones forman parte del quehacer del DT, pero el orden, la planificación, el liderazgo, y el coaching, las combaten enormemente. Incluso podemos afirmar que seguramente no haya DT en el mundo que no goce, simultáneamente, con dicha presión. El riesgo, los desafíos, las metas difíciles, forman parte del horizonte del DT. Sin dudas, una profesión apasionante dentro de un deporte sin igual.

PSICOLOGIA DEL DEPORTE Y LESIONES DEPORTIVAS

Desde luego lo mejor es poder realizar una labor preventiva que reduzca al máximo los factores psicológicos de riesgo de lesión, como el estrés elevado. Sin embargo, si la lesión ya se ha producido, se pueden evaluar determinados aspectos que van a contribuir a que el deportista maneje mejor la situación e incluso acelere su recuperación. Una primera tarea se centra en la evaluación del impacto emocional de la lesión y de las consecuencias de ésta. También es importante evaluar su grado de motivación para facilitar la necesaria adherencia a las tareas de rehabilitación y remover, en su caso, los obstáculos percibidos que pudiera haber, incluyendo una habitual tendencia a la evitación o el escape.

PASOS CUANDO LA LESIÓN SE HA PRODUCIDO.
PRIMER PASO:
a. Evaluación del impacto emocional.
b. Consecuencias de la misma.
c. Motivación para la rehabilitación.
SEGUNDO PASO:
a. respuestas emocionales asociadas a la lesión.
b. Motivación y auto-confianza para tareas de rehabilitación.
TERCER PASO:
a. preparación sicológica para el regreso.
CUARTO PASO:
a. trabajar sobre el miedo a nuevas lesiones.

La intervención psicológica tras sufrir una lesión, se puede centrar en diversos factores, entre los que podemos mencionar: el control de las respuestas emocionales asociadas a la lesión; el desarrollo de la motivación y la auto-confianza respecto al programa de rehabilitación; la optimización del rendimiento en las tareas de rehabilitación y el tiempo de inactividad.
Hay otra vertiente también relevante y que consiste en facilitar el tránsito desde una situación de tratamiento de la lesión a la de su vuelta a la actividad deportiva, momentos normalmente cruciales para su rendimiento posterior. Por ello se suele actuar con el deportista para prepararlo psicológicamente para su vuelta, así como para afrontar adecuadamente las secuelas de la lesión. Ello es todavía más relevante si la consecuencia es que no le es posible volver al nivel anterior o incluso debe abandonar por completo la actividad deportiva, al menos como practicante.

Podemos marcar las prioridades partiendo de dos parámetros relevantes de forma simultánea. Por una parte en función de las características o necesidades particulares del deportista concreto con el que trabajemos. Podemos encontrarnos con casos en que éste tiene mayor control emocional o claridad de ideas sobre el desarrollo de la lesión, que en otros casos de deportistas que se sienten incapaces de manejar la situación. También hay diferencias personales en cuanto a la situación deportiva, desde la posible existencia de compromisos deportivos profesionales, hasta el momento y papel de esa persona en el calendario competitivo de su especialidad. Por otra parte, hay cierta secuencia lógica determinada por las características de las técnicas o procedimientos de intervención psicológica que apliquemos. Por ejemplo, si vamos a emplear técnicas de visualización (imagery) para reducir el impacto negativo sobre el tono muscular, será preciso primero que enseñemos al deportista a llegar previamente a un grado adecuado de relajación.

Esta es una cuestión muy relevante, ya que todos sabemos que la probabilidad de que se produzca una lesión después de haber sufrido alguna anteriormente, es mayor, más allá de lo que sería objetiva o médicamente esperable. La experiencia nos demuestra que esta es una realidad y que es conocida por los propios deportistas. Sin embargo, lo más paradójico es que muchas veces es esa anticipación, ese miedo, lo que a su vez nos hace actuar de forma que objetivamente aumentemos el riesgo de lesión. El temor nos puede llevar a no estar todo lo atentos que en ocasiones necesitamos, a prestar atención a estímulos que no son los relevantes. También nos puede restar la coordinación o velocidad necesaria porque nuestros músculos están agarrotados por la tensión de ese temor. Podemos estar limitando nuestros gestos técnicos o realizarlos de forma inadecuada, lo que a su vez aumenta el riesgo de algún daño físico, directamente en la acción del deportista o por choque con otro.

En otro sentido, el miedo a posteriores lesiones también puede afectar a la conducta de entrenamiento y competición, llevándonos a elaborar consciente o inconscientemente, comportamientos de evitación o escape que se podrían traducir en no acudir a todos los entrenamientos, entrenar con menor intensidad y dedicación de la necesaria o intentar no acudir a las competiciones o al menos, reducir al máximo la participación o exigencia. Todos éstos son factores van a repercutir negativamente a la hora de alcanzar el rendimiento anterior, ya no digamos aumentarlo.

Este es un tema fundamental y preocupante, no sólo pensando en deportistas profesionales a quienes les afecta en su desarrollo económico y social, sino en cualquiera, ya que afecta a una de las actividades de que disponemos para actuar favorablemente sobre nuestra salud, bienestar, ocio y condición física. Por eso, tenemos que hacer una labor preventiva, especialmente con los deportistas de alto rendimiento y profesionales, ya que tienen más probabilidades de tener que enfrentarse a esa posibilidad y su repercusión será mayor.

Si se da esa retirada, con nuestro trabajo psicológico tenemos que conseguir que el deportista acepte su situación, reduzca su impacto emocional y desarrolle nuevos intereses o alternativas interesantes muchas veces vinculadas a su antiguo campo de trabajo. Para el desarrollo de estas estrategias, hay que tener en cuenta el estado de indefensión y el bajo estado de ánimo del deportista. Será conveniente plantear objetivos alcanzables que no sean amenazantes para su auto-estima y fortalezcan su auto-confianza. También es parte de la labor del profesional de la psicología del deporte contribuir a que potencie su red de apoyo social o que evite consolidar sentimientos de indefensión e inutilidad.